En los últimos cien años la tecnología ha avanzado más que en cualquier otro tiempo, los avances se han implementado en la industria, en el hogar, en los sistemas de comunicación y en cada área en la que el ser humano participa. No obstante, en el ámbito educativo han sido pocos, o casi nulos, los cambios que se han hecho.
Estamos frente a alumnos nacidos en la era del internet y las redes sociales Vs maestros migrantes del internet, separados por una gran brecha tecnológica que nos impide ir a la par con nuestros estudiantes. No obstante, esto no significa que nos hayamos quedado de brazos cruzados viendo como desfilan delante de nosotros toda una gama de recursos tecnológicos que, de implementarse, nos facilitarían nuestra labor, pero en el ánimo de innovar hemos quedado frustrados pues el hacer uso de las TICs nos ha llevado a invertir más tiempo, trabajo y dedicación en la planeación y organización de nuestras tareas docentes. No se trata sólo de usar algo, sino de que hablemos el mismo lenguaje que nuestros alumnos, que les permitamos usar lo que para ellos es “el pan de cada día”: las computadoras y el internet.
Si la vida te da limones, haz limonada; qué postura debemos adoptar, el negarnos a usar las TICs sólo porque no formaron parte de nuestra educación o prepararnos para echar mano de lo que ya está a nuestro alcance. Sin lugar a dudas la innovación, así como en el hogar y en todo nuestro entorno, nos facilita nuestra manera de vivir, de igual manera la innovación tecnológica aplicada a la educación nos ayudará a que los alumnos aprendan usando los inmensos recurso con los que cuenta la web 2.0. Como docentes tenemos la responsabilidad de equilibrar las TICs con los métodos que sabemos que funcionan, no dejar todo el peso en las TICs, porque por sí solas no lograrán florecer el conocimiento en los alumnos, ni mucho menos hacerlas a un lado. Dejemos de ser profesores 1.0 vs alumnos 2.0
